La Reflex de Don Luis: el arte de la fotografía

El único día que vi a Simón Bolívar con corona, fue cuando conmemoraron el año de su entierro.


Ver a don Luis en la plazoleta Simón Bolívar es como recordar, suscitar, e imaginar que pronto llegaremos a ser -como escribió Héctor Abad- "el olvido que seremos". Al llegar a la plazoleta con Sebastián, nos encontramos con Don Luis, un señor de algunos 60 o 70 años de edad que se paseaba por todo el centro de la plazoleta. Lo vimos, primero, hablar con un vendedor de confetis, no sabíamos de qué hablaba, pero ya nuestros ojos encontraban rumbo para escribir en Sin Pretextos. Lo primero que hice fue coger fuerzas para abordarlo, tenía miedo que resultara siendo uno de esos señores viejos y amargados, que no quieren hablar con nadie. Pero era fotógrafo, y de algún modo teníamos que entendernos. Llegué -o llegamos-, pues también conmigo iba Juan José, un amigo más, y lo que hice fue saludarlo, y decirle con mi tono de inmaduro y acento tolimense:


-Buenas tardes, lo que pasa es que quiero hacerle algunas preguntícas, o sea, quiero hacerle una entrevista. ¿Puedo?


A mi sorpresa, Don Luis resultó ser muy cortés, muy amable, agradable, gentil y toda esa sinonimia que se pueda usar para alguien que es bueno con el otro.
En fin. Comenzamos a charlar, y en vez de entablar una entrevista, un dialogo de Estudiante de Comunicación a entrevistado, se tornó más bien a un híbrido de conversación entre tres amigos. Comencé preguntándole (típico) hace cuanto trabajaba sobre el suelo que él y yo pisábamos y cortó con su respuesta, el calor que hacía.

Ya 20 años tomando fotos en la Plazoleta, y 5 arrebatados también

por la fiera tecnológica. Recuerda que hace años, las personas llegaban al centro para tomarse una foto, la de los Domingos dice él, y que con los avances tecnológicos, la cosa ha cambiado. Ahora todo el mundo tiene su cámara digital. Pero también nos dijo que una cosa era tener una cámara para tomar fotos, y otra, saber tomar fotos. Ahí sentí la imponencia de su arte, ya 20 años al servicio del aparatico que llevaba en el cuello, tenían que salir a flote. Al preguntarle qué consejo le daría a todo aquel que quisiera ser fotógrafo, él con todo un bagaje contesta:

- Mire, la verdad para el que quiere ser fotógrafo (...), depende, porque la fotografía es un arte muy extenso. Lo que pasa es que la fotografía es como los números, ¿Por qué? Porque los números no tienen fin ¿Sí? la fotografía es infinita, igual que los números.

Terminada la casi-entrevista, que más que entrevista, fue un proceso de aprendizaje para estudiantes inmaduros apenas cocinados, resulté interesado por la cámara que llevaba con él. Una reflex. ¿Referencia? No sé, pero era una reflex. Una cámara de esas antiguas que hacen honor a todos aquellos que viven o vivieron de tomar fotos en las plazas de los pueblos y ciudades en este país. Resolví pedirle que me enseñara cómo se manejaba una de esas cámaras, y el terminó por comparando una de esas, con la mía, una digital. Recuerdo muy bien que me puso a tomarle fotos con caja compacta, y más bien resulté algo extraño, algo sumiso.

Después de verlo apuntar con su lente a la estatua que hay en el centro de la Plazoleta de Simón Bolívar, decidí tomarle unas fotos sin que se diera cuenta. Aún las tengo, y recuerdo también que quedé de volver para que me siguiera enseñando a manejar la Reflex. Ya hace 20 días que estuvimos allá con Don Luis, y hasta el sol de hoy, Don Luis no me ha visto en su tan galardonada Plazoleta de Bolívar.

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