"Ulises", una super-novela.


El arte de novelar es, en esencia, la capacidad intelectual para decodificar todos aquellos bombardeos informativos de los que somos víctimas constantemente. Es por eso, que sólo quienes logran desarrollar ese envidiable don, permanecen en el limbo de lo inmortal, en aquel espacio mítico y pululante donde todas las historias viven en usanza. Por otro lado, cabe resaltar que una chispa de innovación narrativa, puede marcar un hito sin precedentes en la historia de la literatura, así como en su momento lo entendió el inmortal James Joyce en la gran novela vanguardista, “Ulises”.
Para hablar de Joyce, es necesario comprender el contexto social y su corriente de pensamiento, además de su estilo literario y sus influencias; pero para analizar su obra magna, es imprescindible descontextualizarse y establecer una serie de ideas entre lo que fue una de las obras de Homero más importantes en la historia del hombre y lo que representa la egregia innovación narrativa intrínseca en la novela. 



 “Ulises”, es una “supernovela” inicialmente contada a través de folletines, capítulo por capítulo y en definitiva, impresa en su totalidad en 1922. En ella, Stephem Dedalus y Leopold Bloom, al parecer, ambos alter ego de la juventud hambrienta de éxito y la vejez sobrada de sabiduría de Joyce, respectivamente, son los protagonistas de 18 capítulos marcados eminentemente por su diferenciación narrativa y la directa representación vanguardista de acontecimientos y personajes de “La odisea” en una atmósfera irlandesa distinguida por el nacionalismo de la post-guerra, presentado de manera jocosa por el autor. En ellos, Joyce muestra su inextricable distinción retórica, incluyendo algunas estructuras narrativas hasta su momento conocidas: Preguntas y respuestas consecuentes, narrativa tradicional, asimetrías alternantes, progresiones retrogresivas, prosa, diálogos, soliloquios intra e interpersonales, visiones animadas hasta el estallido y monólogos sentimentales. Estos, a simple vista, tornan caótica la lectura lineal, pues algunos lectores no están acostumbrados a un desorden estructural con connotaciones tan organizadas presentes en cada capítulo en forma de difusos laberintos literarios, filosóficos y hasta políticos. No obstante, el desarrollo escrito de “la palabra interior” suponiendo la toma de conciencia de que la vida mental humana no se da sino en forma de lenguaje anárquico –palabras, gramática y melodías-, es sin duda la línea más llamativa de “Ulises”. Por otra parte, la aparición constante de diálogos sobre Shakespeare, música y el arte en general, brindan una elegancia al argumento de la obra.

En cuanto al enfoque interpretativo de los sucesos de la novela, es imperioso dejar plantada una interrogante para quienes deseen sumergirse en el universo literario que plantea Joyce, advirtiendo que para leer “Ulises” no es suficiente una sola ojeada, pues si se quiere apreciar su calidad y tener claro algunas características básicas de cada palabra y cada párrafo, es ineludible una re-lectura y una concentración especial. Además, teniendo en cuenta la gran importancia y el espacio que ocupa dentro de la literatura no sólo por su estructura sino también por su macroestructura, es necesario que quienes son amantes de la literatura, logren distinguir el divertimento y la apreciación que propone la obra.

“En “Ulises” hay sentencias, hay párrafos, que no son inferiores a los más ilustres de Shakespeare o de sir Thomas Browne”.
Jorge Luis Borges

1 comentario:

  1. Me preocupa que Sebastián sea tan creído en cuanto a qué es una novela. James Joyce ni Borges habrían osado decirlo como lo dice Sebastián. La novela no es, en esencia, ni un producto de la intelectualidad, ni un mero azar de la decodificación, no. Es otra cosa que poco se parece a finalidad de un don, o entrega de un letrado. Es tanto más que, si no hubiera nacido Dante, Shakespeare, Browne, Cervantes u otros artistas imperecederos, la novela, de todas maneras, hubiese sido desde los otros, sin variar ni un céntimo.

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