La Real Española, la llamo así porque de Academia no tiene nada, y lo digo por el impacto que en mí han causado las últimas reformas que las 22* han llevado a cabo y que están proponiendo. Entre lo más relevante, se ha cambiado el nombre de ciertas letras, la "zeta" pasará a ser "ceta", la "doble ú" se convertirá en "doble uve" y otras pendejadas que carecen de utilidad y, que la verdad, yo considero irrelevantes.
Aterrado me deja la otra parte de aquellas reformas, en las que se ha eliminado la tilde de los diptongos monosílabos (como es en el caso de guión, truhán, Sión), pues se consideran innecesarias. Hablando con uno de mis profesores, él decía que concordaba con ésta reforma, pues el uso de las tildes desde siempre ha acarreado ciertas dificultades y él muchas veces en los textos que sus estudiantes le entregan ha tenido que corregirlas y ver cómo los errores van y vienen constantemente. Yo le respondí que tenía razón en cuanto al uso de las tildes y las dificultades que éstas presentan para la mayoría de los estudiantes, pero elaborar esa reforma sería sucumbir al error común; es decir, aceptar que hay más personas que desconocen las normas ortográficas que las que las conocen y dar como solución a esto eliminar lo difícil y aplaudir la mediocridad. Llámenme conservador y exagerado, pero escríbanmelo con ortografía.