El caos como leitmotiv de Mulholland Drive

En un cuento poco conocido del novelista español Juan Benet, titulado Catálisis, el narrador describe el pensamiento de una pareja de ancianos que viven solos en un pequeño pueblo, y narra una acción. Ambos, que ya se han jubilado, llevan una vida rutinaria y “carente de emociones”, se han acostumbrado a vivir monótonamente y no guardan la esperanza ni el interés de que algún día suceda algo que represente un cambio o variación, así sea intrascendente. Todos los días, como su único ritual, dan un paseo vespertino cuyo itinerario, fijado por la costumbre, siempre es el mismo.

Una tarde el par de ancianos sale a dar su habitual recorrido y ante ellos todo se presenta igual que las otras veces. Las casas, los transeúntes, la playa, los sonidos: nada ha cambiado. Es entonces cuando en un recodo del camino, al detenerse por unos segundos frente al mar (que comienza a oscurecerse por la amenaza de una borrasca), la mujer ve un relámpago a lo lejos, y dice sentir que “algo” ha cambiado. Cuando él le pregunta por sus palabras ella no responde inmediatamente sino que se toma un tiempo, como paralizada, para tratar de encontrar en el entorno ese cambio que ha percibido. Su esfuerzo no tiene éxito, a pesar de conocer de memoria el lugar. En general, los elementos están en su sitio, pero hay algo que no encaja, “como cuando se observa ligeramente ladeada una foto conocida”.

En ese relato Benet ilustra el caos generado por un evento catalítico fantástico (el relámpago) que trastoca la realidad de tal forma que su reconocimiento se mantiene y a la vez causa desasosiego. Luego del destello, la mujer no reconoce totalmente el ámbito que ha cruzado tantas veces en su vida, pues a pesar de estarlo habitando, tiene la sensación de verlo distinto. Un elemento entrópico, exógeno, se introduce alterando el orden establecido de la realidad.


Esta idea aparece también en la película Mulholland Drive, del director David Lynch. En ella el elemento que provoca la catálisis es un hombre que posee una pequeña caja azul que maniobra desde el fondo de un callejón ruinoso, en donde vive. Su figura aparece intermitentemente en el transcurso de la historia, como una especie de elemento que preside la trama incluso por fuera del tiempo narrativo.

El cubo azulado viene a ser una especie de caja de Pandora que al ser abierta desata todos los males, pero en este caso sin dejar la esperanza en el fondo, pues esta se pierde irremediablemente en el micromundo fantástico que configura y rige el hombre del callejón. Los personajes se encuentran dominados por los avatares de esa realidad que no entienden y que los confunde; uno de ellos, el nervioso hombrecillo de Winkies, avizora la magnitud del control al que están sometidos (“es él quien lo hace, puedo verlo a través de la pared”), y se aterroriza al pensar que pueda ver el rostro de esa deidad tenebrosa por fuera del sueño. 

Mulholland Drive construye un universo fantástico en el que los sueños de los protagonistas también son dominados, para ponerse al servicio del caos y la arbitrariedad de la existencia. También, explora las posibilidades de la realidad, o de las realidades, al desarrollar como especie de narraciones paralelas y aparentemente inconexas, que ineludiblemente, al final, desembocan en tragedia.

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